No soy una mujer que sabe, apenas soy una mujer con sueños. Pero ya no sueño
Con espléndidos palacios y príncipes azules sobre caballos blancos, ni con varitas mágicas, que después de una lluvia de estrellas, cumplirán mis anhelos.
La madurez, ha logrado que comience a escuchar las enseñanzas que circulan por todo mi torrente sanguíneo y se posan tanto en mi corazón, cómo en mi cerebro.
Mi historia, no es todo color de rosa, cómo las historias inventadas.
Tiene capítulos de todos los colores. Algunos son desagradables, otros armoniosos, unos elegibles y otros descartables.
Rojo pasión, verde esperanza, azul ilusión, gris tristeza, negro fatal.
Me hago cargo de ella, la acepto, con todo su devaneo, confusión, afanes,
desaciertos, como toda mujer que no quiere mentirse a si misma.
Aunque muchas veces, no he sido yo misma por completo, me he desviado del sendero,
Permitiendo a los demás y a las circunstancias que modificaran algún color elegido.
En varias ocasiones; una canción, me ha evocado recuerdos; una película, ha hecho volar mi imaginación; un artículo, me inspiró o un libro, me hizo reflexionar.
En un mero intento, de estimularme a ir por más, pero sin lograr activar ese botón interno, que me motive de lleno a hacer realidad mis sueños, ha derrumbar esa pared de miedos que me aleja de nuevas experiencias.
Hoy, con ansias de modificar la actitud de vida, que no peca por mala, pero si por darle más espacio al “después” o “mañana”; en un ataque de autoayuda me he preguntado:
¿Cuánto tiempo voy a dedicarme a hacer realidad mis sueños?
Y en un proceder tan desconocido, cómo rebelde, me descubrí contestándome: “¡Tanto cómo sea necesario!”
La madurez, también me ha permitido saber que cada edad constituye una etapa y cada etapa vivida ha tenido sus características peculiares. Algunas determinadas por la educación recibida, otras por las experiencias precedentes, como los éxitos y los fracasos.
Pero que cada etapa es sólo una porción de todo lo maravilloso que puedo proponerme y permitirme, más allá de la edad que indique mi nacimiento, que no suele ser concordante con la de mi espíritu.
.
Si me place narrar mis vivencias, aún sabiendo que no tengo el respaldo de estudios que me habiliten a hacerlo. Y que en consecuencia, habrá más de un error gramatical.
¿Porqué no intentarlo?
¿Que o quien me ata a creer que a mi no se me esta permitido?
¿Porque no sacarme la mochila del miedo al ridículo y entregarme a la audacia de estos deseos?
Nada tengo que perder, porque nada espero.
Debo, entonces, actuar en consecuencia para lograrlo.
Modificar el resignado y lúgubre gris, del… ¿Porqué a mi no?
Por un rojo intenso, un verde esperanza y un azul ilusión que lo transforme en ¡Y…porque no! Que además de sonar positivo, se convierta en verdadero.
Leí por ahí que: “La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer,
alguien a quien amar y algo que esperar”
Pues, a hacer se a dicho, que para amar no faltan seres.
Y mi espera esta matizada de alegres colores.
Olvi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario