lunes, 11 de mayo de 2009

Añoranzas


Añoro gastar ladrillos, para dibujar rayuelas.

Los vestidos nuevos, confeccionados con telas viejas.

El aroma a café recién hecho que llegaba hasta la pieza.

Sutil y madrugador.

El guardapolvo impecable, blanco y de tablas tiesas.

Y las manos habilidosas que me peinaban las trenzas.

El interior del ropero despertando mi curiosidad.

Con esa mezcla curiosa de fotos amarillentas,

ropa prolijamente apilada, bolitas de naftalina

y algún recuerdo de España.

Los radioteatros románticos, que terminaban la siesta.

Y los días festivos de comidas criollas y mesas llenas.

Las noches estivales con fragancia a jardín recién regado.

Las sillas en la vereda y las charlas a oscuras.

Con consejos de pocas palabras, pero justas y certeras.

Añoro toda la infancia en la casa de la abuela.



















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