jueves, 21 de junio de 2018

Día del padre

Celebramos el día del padre para honrar la paternidad. Cada familia celebrara este día de acuerdo a sus posibilidades y cada padre vivirá esta celebración de acuerdo a la influencia en la vida de sus hijos. Para muchos, la distancia será obstáculo para el abrazo, pero es ahí donde la tecnología acercará a padres e hijos con los saludos, ¡Viva por los MSN, el WhatsApp, Skype y el no menos célebre teléfono fijo! Yo, como tantos otros, mandaré un beso al cielo junto a mi eterno agradecimiento, mi viejo me dejó la herencia más fastuosa, poder recordarlo con orgullo. Amo ser la hija de…
Para mis hijas, esta será una celebración muy especial. Compartir este día con el padre significa la necesidad de retribuir desde el amor y de alguna forma, también simboliza el principio de un adiós. Significa expresar agradecimiento a quien les dio la vida y las ayudo a crecer, las dejó elegir, les permitió equivocarse, las abrazó cuando necesitaron consuelo y cuando consiguieron logros, y aunque muchas veces no estuviera de acuerdo supo guiarlas, sin gritos, sin insultos, con respeto. Fue generoso, con su amor y con su tiempo. Llega un momento en nuestras vidas, dónde las edades se acumulan y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en padre y el padre se convierte en hijo. Esta etapa transitan hoy, unidas y apoyándose mutuamente. Muchas horas de consultas médicas, muchos días de hospital y de esperas en la antesala de terapia intensiva, muchos kilómetros de idas y vueltas, porque a la desgracia de una enfermedad, se le suma la carencia de asistencia médica acorde a la patología, en el nosocomio de localidad. A pesar de que ya son muchos los días, nunca las he oído quejarse. Pero si las veo hacer y es ahí donde mi orgullo de madre rebasa todos los límites. El geriátrico o una persona al servicio, nunca fue la primera opción, a pesar de que el padre cuenta con una muy buena jubilación y está en condiciones de costear ambas cosas. Creo que el mejor regalo cómo padre que le han podido dar es la presencia de ellas en este momento y no por obligación o por compromiso, por AMOR. Es notable ese amor, se pone de manifiesto en cada mínima atención. Cuando lo cambian, lo bañan, le acarician las manos y los pies mientras le ponen crema, cuando le hablan y le cuentan cosas cotidianas mientras le dan los alimentos, cuando le dan los medicamentos en tiempo y forma, cuando se sientan a su lado y le leen las noticias sobre sus deportes preferidos, sin prisas, con dulzura y paciencia.
Cómo madre, estoy acompañándolas en lo que más puedo. Y no dejo de asombrarme, por la manera de proceder de ambas. Todo esto me ha llevado a comprobar de manera fehaciente que de nada valen los títulos que se pueden conseguir en la vida, ni todos los bienes materiales, ni una abultada cuenta bancaria, ni todo el poder adquisitivo, nada cuenta, nada supera el amor que fuiste capaz de dar. El AMOR, no tiene precio. Se consigue mediante trueque, “dar para recibir”. El ejemplo, también juega un papel preponderante en nuestras vidas. Seguramente ellas recibirán lo mismo de sus hijos, porque los chicos miran y copian. Y están todos ellos viendo a diario a sus madres en los cuidados para con el abuelo. Benditas sean!
¡Feliz el hijo que tiene un padre a quien amar, admirar y honrar!
¡Feliz el padre que supo dar y hoy puede recibir respeto y amor incondicional!

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