jueves, 26 de mayo de 2011

Mi nieta Almita me invito a una piyamada


Mi nieta Almita y su mami, llegaron a las 15 hs., a casa. El día anterior me había preguntado, en secreto (al oído) si podíamos ir a visitar a mi amiga Mary, la abuela de Renata. Le dije, que en ese momento no, porque había nieve y hacía frio, pero en cuanto se fuera la nieve, la llevaba.
Esperamos que mami se fuera a casa de una amiga a estudiar y caminamos de la mano las dos cuadras que separan la casa de Mary de la mía. Encontramos a Mary oficiando de abuela, mirando dibujitos animados junto a Renata, que estaba medio decaída, porque durante la noche había tenido vómitos, a causa de unas cuantas golosinas que había comido el día anterior. Almita y Renata, jugaron muy a gusto por unas horas, mientras las abuelas tomamos mate y nos pusimos al día con los acontecimientos del pueblo. Dicho en criollo, chusmeamos. Cuando volvíamos a casa, Almita me dice: Abuela, voy a hacer una piyamada y te voy a invitar. – ¿Si? ¡Qué bueno!, le contesté entusiasmada. Y ella, enseguida se puso a organizarla,
- Podemos comer, milanesas con limón y tomatitos cherry, con gaseosa-
-Me parece perfecto, Almita-
-Pero primero, tenemos que bañarnos y ponernos piyamas y pantuflas, agregó muy segura-
-Muy bien, así lo haremos, le conteste-
- Y después, nos acostamos en tu cama y miramos una peli o dibujitos y comemos postre o helado- A esta altura de la charla, fue cuando me enteré que la piyamada, se iba a realizar en mi casa. Así que, antes de entrar a casa, decidí que sería conveniente cruzar al supermercado Y hacer las compras necesarias para el evento, tal cual lo exigía el menú a gusto de la organizadora.
Cuando la madre la vino a buscar, le dijo: - ¿Me puedo quedar a dormir con la abuela?- La madre, me miró y dijo:- ¿Vos que decís má? ¿Se invitó o la invitaste?-Le respondí muy satisfecha , -Mi nieta, me organizo una piyamada, así que, vas a tener que ir a buscar piyama, pantuflas y cepillo de dientes- La madre marchó a buscar lo enumerado y a “Manchita” la mascota de peluche de Alma, que también estaba invitada a la piyamada. Y yo, me puse a hacer las milanesas. Mientras cenábamos, ante una mesa digna para la ocasión, le serví gaseosa y me pidió: -¿Le sacas el gas con una cucharita, por favor, abuela? Hago gustosa lo que me pide, sin dejar de pensar, asombrada, en la facilidad con que se expresa y se desenvuelve con sus 4 añitos.
-¿Te gusta? Le pregunte- Y me dijo: -Siiiii! ¡Gracias abuela!, me puso “trompa”, para que le dé un beso, mientras acercaba la carita hacia mí y a continuación agregó un –Te amo, abuela- , que me conmovió y lleno los ojos de lágrimas, aunque no es la primera vez que lo me lo dice. Es tan dulce, cómo ocurrente, pero lo que más me llama la atención, es su memoria.
-¿No comes más, Almita? Interrogué-. Pinchó un trozo de carne con el tenedor y ofreciéndomelo, me dijo: -¿Me haces avioncito?-
Yo: -¿Avioncito? ¿y eso?...
Ella: – Sí, cómo cuando era chiquita y no quería comer-
Y... le di el gusto, haciendo uso de mi experiencia de piloto, que estaba archivada, tomé el improvisado avioncito y maniobré de tal manera que subió, bajó y giró, hasta aterrizar con su valiosa carga en la boca de Almita, que la saboreó con sonrisa de ojos, cómplice y pícara. Cuando terminamos de juntar, lavar y guardar todo, nos pusimos los piyamas, nos cepillamos los dientes. No, nos bañamos y nos acostamos, en mi cama, a comer helado y mirar dibujitos. Ahhhhh, también, saltamos sobre la cama y nos sacamos fotos, todoooooo muy,pero muy divertido, a juzgar por la experiencia de la organizadora.
P.D. Consejo: Cuando puedas, disfruta una piyamada. Nada tiene que envidiarle al mejor programa de salida.
Además de aportar diversión a un viernes por la noche, te inyecta ánimo y te predispone para empezar un sábado con una sonrisa de oreja a oreja.
Palabra de abuela.

1 comentario:

  1. re lindo Betty lo q escribis, Almita esta cada dia mas dulce =) hermosa!!

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