LAS FAMILIAS DE MI BARRIO.
La casa donde nací era de chapa, con puertas y ventanas de madera, Era la vivienda de mis abuelos paternos, Leandro Adolfo MENA, oriundo de La pampa, y de su mujer María Olvido Álvarez García, de nacionalidad Asturiana, él era capataz en la Municipalidad y ella ama de casa. Cuando yo nací, mis abuelos habían construido en un terreno lindante y mediante crédito hipotecario una casa de material. La casita de chapa paso a ser el hogar de mis padres, Rubén Leandro MENA y Mercedes Guridi. En una de sus habitaciones, la partera Adela Small, ayudó a mi madre a traerme al mundo. Mis hermanos menores, Cristina, Rubén, Luis y Laura, nacieron unos en la clínica del Dr.Tejo y otros en el hospital que estaba sobre la calle Urquiza. Años después, la casa fue ocupada por mis tíos Ricardo Irisarri (El vasco) que trabajaba como chofer de camiones en Sismográfica YPF, su sra Inés Mena y sus hijos Ricardo y Lucia. Ellos vendieron la casa después de unos años a un médico del hospital Regional, que después de demolerla, construyó una casa nueva.
La casa de material tenía grandes ventanas en su comedor y habitación principal y desde ellas se podía ver la parte alta del Chenque y las casitas construidas en sus laderas, fue albergue de la flia, de amigos, pensionistas, ahijados (Angelita Quinteros) y niños que dejaban sus madres al cuidado de la abuela, Chiche y Quique y otros tantos. A su lado estaba el edificio del viejo matadero municipal, pero que por los años de mi niñez funcionaba como carpinteria en su ala derecha, la parte central, dónde la calle Alem termina, era usada como taller y garage de los vehículos municipales y en el ala izquierda, funcionaban oficinas y alguna vez aulas de enseñanza primaria y nocturna para adultos. Sus veredas fueron cómplices y participes de los juegos de los chicos del barrio, payanas, saltos con la soga y rondas redondas. Con cada pisa, pisuela y saltitos de rayuela, gastabamos cada dia un poco de la suela de los interminables Gomicuer y "el que no se escondió se embroma", se filtró infinitas veces entre los viejos ladrillos de sus paredes. Frente a él, y haciendo esquina, había un gran edificio, en la planta alta estaba el Residencial Atlántico y en la planta baja el Jockey Club.
Cruzando la calle Alem y también haciendo esquina, estaba la casa y almacén de Don Ramón y Doña Hortencia, un matrimonio de españoles, cuyo apellido no recuerdo, en dicho almacén, mi abuela tenía el beneficio de comprar fiado. Al terminar el patio del almacén, estaba la casa de la familia Chariant,(los turcos). En un principio su casa era muy similar a la de mis abuelos, pero años más tarde la demolieron y construyeron en su lugar un edificio de tres plantas. En la planta baja, su hijo mayor instaló un gimnasio, cosa muy novedosa, por esos tiempos. Obstentaba el título de Mister Comodoro obtenido en una competencia.
Conservo en mi memoria la fachadas de las casas continúas, pero no recuerdo nada de sus moradores.
Sobre la acera de la casa de mis abuelos y yendo de Alem hacia Alvear, estaba la casa y negocio de la familia Prado. En la planta baja, tenían su negocio de venta y reparación de electrodomésticos. Y a continuación la casa de una familia de apellido Domínguez, que si mal no recuerdo eran propietarios de un restaurante en el centro. Y pegada a está, la casa y despensa y carnicería del matrimonio Markotich, Croatas ambos. Tenian 5 hijos, Boyena,Angela,Emilia,Beba y Antonio. Emilia y Beba, fueron integrantes del club de basquetbol femenino que representó a Comodoro en torneos regionales y nacionales. Una familia muy generosa. Apenas comenzó a transmitir señal canal 9, compraron un televisor y lo instalaron en el local del negocio. Para deleite de todos los chicos del barrio, Don Markotich, ponía los esqueletos de vino en fila, a modo de asiento y pasadas las cinco de la tarde encendía el aparato. Y ahí, de a poco íbamos llegando, unos con menos vergüenza que otros, a ocupar asiento y esperar ansiosos que termine la señal de ajuste para ver Cisco kid o Lassie, según la programación del día. Al final del episodio, taza, taza, cada uno a su casa, hasta el próximo día.
Eternamente agradecida a ese "gringo" bonachón. Lo recordamos en cada reunión, de primos y amigos.
Después, seguía la casa de la familia Chabrux, el jefe de familia, era taxista. Y pegada a está y en la esquina la casa de la abuela Bitopulos.
En la otra esquina, ya cruzando la calle Alvear, estaba la casa de la flia Acosta, tenían kiosco y salón de peluqueria, atendido por su hija. Años después, uno de sus hijos que trabajaba en el banco, puso negocio de ropa deportiva. Frente a ellos, la despensa y distribuidora de la familia de Juan Azpillaga (El vasco) y su sra Amelia Cavaleiro, donde trabaje cuando tenía 16 años, sus hijos Oscar y Ernesto (alumno del Liceo Militar)
Mis abuelos maternos,Damián Guridi y Juana Gerrero, vivían en la misma cuadra, pero una calle más abajo, en la calle Escalada, la casa de ellos fue demolida y construyeron en su lugar un edificio donde funciona un instituto de enseñanza de Inglés. Sus vecinos eran, la flia Arias, "los gallegos", y sus hijos, Manolo, Miguel y Juan, ellos tenían transporte urbano. Y hacia el otro lado, la flia Morales, Lalo, el padre era chofer de colectivos, sus hijos Carlitos( Cafeta) y Nely (hoy viviendo en Caleta Olivia). La flia de Federico Bock, sus hijas Betty y Rosita. La flia Sheward, la madre era enfermera, Nancy, la hija mayor (Eran tres hermanas) mi compañera de grado en la primaria. Y mas allá la familia Antorena, que tenían tres hijos varones y eran estancieros.
No quiero dejar de recordar a otras familias del barrio, cuyas hijas, fueron amigas y compañeras de colegio. Familia Rodriguez, Amalia era la mamá y sus hijos Pedro, Mirta y Miriam (Chiche) y familia Tribillini, tenian campo en las cercanias de Comodoro y sus hijas Cristina y Patricia, ¡Si habremos jugado sobre los fardos de lana que después de la esquila depositaban unos días en el amplio patio de su casa! Ambas familias vivían sobre calle Alvear. Y a la familia de José M. Turrez ( También chofer de sismográfica y vasco) y Rosina Guridi y sus hijos Juan Carlos y Edith, mis tíos y primos, que también vivían en el barrio, un poquito más abajo.
La cuadra tenía un pasaje que comunicaba la calle Necochea con la calle Escalada y en el centro de la manzana quedaba un espacio grande, vacio, que usábamos como patio comunitario, dónde "policias y ladrones" corrían sin el peligro de la calle, y los futbolistas de ambos sexos se esforzaban por vencer el arco contrario, marcado con piedras.
Pido disculpas si escribí mal algún apellido. Y deseo que cada uno de los integrantes de las familias del barrio que estén en este mundo se encuentren bien y a los mayores, los que ya no están, pero que procuraron con su esfuerzo, enseñanzas y cuidados que gozaramos de nuestros primeros años de vida y podamos hoy recordarlos con felicidad, que descansen en paz.
" Nos vamos a primaria "
Hace 11 años